En un número precedente de Percepnet
(Nº 48), habíamos propuesto y desarrollado un conjunto de
hipótesis con relación a las modalidades de la transmisión
familiar de un patrimonio olfativo.1
Éstas tenían por objeto situar en perspectiva algunos estudios
y paradigmas presentes en antropología, tanto en el ámbito
de los mecanismos de la producción y de la transmisión de
los conocimientos, como en el campo de una antropología sensorial
propiamente dicha. Los datos que hemos recapitulado desde
entonces consolidan nuestro programa inicial que pretendemos
discutir en las siguientes líneas.
Complicación de la metodología de la
investigación
Ya habíamos evocado anteriormente la dificultad con
la que nos encontramos al iniciar el trabajo, dejando atrás
un cierto «silencio olfativo», superado gracias
a entrevistas semi-dirigidas entre la población francesa.2
También, hemos aumentado el corpus de datos
siguiendo estos dos métodos principales: por un lado,
la recogida de las referencias olfativas en los textos de
la literatura francófona3
y por otro lado, la retranscripción de intercambios
obtenidos de foros de discusión en Internet, prestando
especial atención a los olores domésticos,4
lo que justifica su utilización en la forma en que viene haciéndose.
Sin embargo, todavía estamos lejos de poder sustituir el análisis
sensorial por el análisis cromatográfico de aromas.
El objetivo es paliar esta laguna inherente a la técnica
de la entrevista: los datos conductuales evocados son escasos.
Nos hemos dado cuenta, una vez más (Schaal, 1998),
de que la materia de la memoria olfativa rebela para muchos
anécdotas y de hecho, es difícilmente accesible
a la recopilación por parte de esta memoria, excepto
en algunos sujetos «expertos» que tienen desarrollada
una atención a los olores que se manifiesta en un discurso
ya organizado. Los otros dos métodos que hemos desarrollado
están, en cambio, más capacitados para dar cuenta
de ciertos sucesos puntuales, sobre todo en lo que se refiere
a la cantidad de material accesible de este tipo, aumentando
nuestras posibilidades de recopilación.
Otra ventaja del enfoque, es la validez ecológica
de estas informaciones. Sin estar suscitadas por el investigador,
son las manifestaciones concretas de transmisión (y/o
producción) de conocimientos entre individuos con o
sin parentesco, cuya importancia cuantitativa, sin ser realmente
una sorpresa, confirma lo que pensábamos sobre el lugar
no despreciable del olfato en lo cotidiano para los sujetos
franceses. Así mismo, existe una tercera ventaja: estos
datos rinden cuenta de las modalidades horizontales5
de la transmisión cultural, por lo cual nuestra investigación
mediante entrevistas subraya la importancia en la dinámica
de la transmisión familiar.
Formas de transmisión: ensayo de tipología
Recordemos ante todo, que no se debe confundir educación y socialización.
La segunda noción reenvía a la interiorización
más o menos tácita de reglas, valores y conocimientos,
mientras que la primera hace referencia a un ámbito
explícito en el que la información es voluntariamente
transmitida y formalizada con este fin entre dos individuos
de estatus desiguales en términos de dominio de esta
información.6 Si ciertos
antropólogos han podido responder a la existencia de
educaciones sensoriales y olfativas (Le Breton, 2006; Howes,
2003), lo han hecho ante todo sobre la base de pruebas directas:
la existencia de diferencias interculturales y la observación
de algunas prácticas compartidas entre niños
y sus padres. Las formas de educaciones olfativas propiamente
dichas, son en ellas mismas escasas —aunque reales—
y relativamente marginales, teniendo en cuenta la naturaleza
y la importancia cuantitativa de conocimientos olfativos.
Todo ello lo confirma nuestro material en el terreno europeo.
También prestaremos atención a los procesos
de socialización, más difusos en el espacio
y el tiempo, pero también más difícilmente
aprehendidos por los informadores.
Tres procesos de aprendizaje
Las investigaciones llevadas a cabo por «profesionales
del olfato» ponen en perspectiva tres procesos básicos
de transmisión y producción de conocimientos
olfativos no autobiográficos (Candau y Jeanjean,
2006). Éstos también intervienen en el ámbito
de la transmisión familiar:
a. La estabilización de un vocabulario.
Durante las entrevistas, algunas formas verbales tienden a
aparecer más regularmente, subrayando en concreto la
influencia de dos dominios semánticos: el de la «degustación»
(nota, nariz, aroma, etc.) y el de la «perfumería»
(notas florales, dulces, etc.). Ahora bien, estos dominios
de actividades constituyen objetos de discusiones relativamente
frecuentes entre parientes. Por otra parte, hay que remarcar
un cierto número de expresiones que señalan
idiosincrasias familiares en el ámbito de compartir
una memoria de sucesos, de lugares, de personas, etc.
b. La repetición de las percepciones dirigidas.
«Huele, ¡verás que rico!» Orientar
la atención es una estrategia regularmente utilizada,
especialmente en las diferentes tareas de control de las cualidades
olfativas de nuestro entorno. El proceso recae en nuestros
informadores sobre la hipótesis de una facilitación
progresiva de los mecanismos de reconocimiento y de verbalización.
Cabe precisar que estas conminaciones vienen a menudo acompañadas
de una apreciación hedónica, así como
de una descripción, incluso un resumen, de la fuente
olorosa.
c. La contextualización de las percepciones.
Esta puesta en contexto es primordial en la producción de
relaciones preferenciales entre modalidades sensoriales así
como entre actividades y gamas olfativas. En este sentido,
debemos resaltar la frecuencia de las inferencias realizadas
entre percepciones y contextos ecológicos, con el fin de resolver
los problemas domésticos cotidianos. Si el proceso en sí mismo
es individual, moviliza generalmente unos recursos no olfativos
adquiridos en el contexto familiar.
A estos tres procesos centrales, nos gustaría añadir
otros dos, a saber la posibilidad de una harmonización
de las emociones y de las memorias domésticas familiares.
Si la jerarquía hedónica es un hecho masivo
de la percepción olfativa, su análisis se orienta
generalmente en el sentido de una reactividad espontánea
de los sujetos, de tipo pre-conceptual desde su condición
(y no como resultado) de formas de reparto. Ahora bien, hay
que tener en cuenta que nuestros datos muestran que por una
parte, las propiedades emocionales de los olores percibidos
poseen un carácter indeterminado, restableciendo tensiones
entre distintas orientaciones hedónicas. Por otra parte,
existen, sobretodo en la intimidad, muchos olores que, si
bien son fisiológicamente apreciados, revelan
tabúes y prohibiciones que los convierten automáticamente
en «malos». También, sobre la base de datos
de que disponemos, establecemos la hipótesis de una
gestión familiar de respuestas emocionales a los olores,
en su expresión y su contenido al mismo tiempo. Ésta,
finalmente, se manifiesta diferencialmente en ciertos olores,
entre «todos los sabores existen en la naturaleza»
y la interdicción formal de oler de manera distinta:
«¡oh no, sinceramente esto apesta!».
En cuanto a esta memoria doméstica (sensorial) familiar, tomada de apuestas
identitarias complejas, se basa en el hecho de compartir,
orientado y obligado en cierta medida por referencias familiares
dónde la integración de las memorias singulares
autobiográficas está controlada y es ejercitada
(Rautenberg, 2002). El pasado autobiográfico ocupa
un lugar importante, aunque su inscripción en el modo
de la evidencia no significa, sin embargo, una congruencia
natural entre relatos singulares de miembros de una misma
familia. De nuevo, el discurso anecdótico, la evocación
en el momento de una percepción olfativa, participa
de todas sus construcciones, al menos potencialmente, discutibles
por aquellos que supuestamente deben garantizar su transmisión,
lo que parece estar especialmente presente en las situaciones
de migración actuales. Entre la búsqueda de
filiación y el rechazo de un modelo cultural parental,
las narraciones tomarán un rumbo distinto.
Dos entradas suplementarias en el tesauro de la transmisión
a) La cuestión de la estética:
En la frontera entre emoción y conceptualización,
la estética es un campo complejo que necesitamos movilizar
en el contexto de los olores. Pensamos, evidentemente, en
los perfumes que son aprehendidos de este modo en el día
a día según diferentes principios: preferencia
por una marca, por un modelo olfativo (floral, dulce, ligero,
natural,...), etc. Pero estas evaluaciones también
funcionan en relación con otras modalidades sensoriales:
nos pondremos este perfume con este color de ropa, en este
momento del día, con este tiempo, etc. Más allá
de los perfumes en sí, hay una gran gama de olores
domésticos que se estructurará, en el discurso
práctico, según las referencias de «bello»
(y no solamente de «bueno»), y para los cuales
es necesaria una teoría estética que movilice
conocimientos sensoriales y conocimientos de modalidades aceptadas
y compartidas de lo que es bello. Según nuestro conocimiento,
no es la categoría de fuente olorosa lo que impide
este tratamiento estético.
b) Artefactos olorosos:
Muchas cosas del mundo tienen propiedades olorosas y las
conservamos por esta propiedad. Ropa, peluches, juguetes,
envases de perfume, flores secas que perfumamos regularmente,
etc. Todas ellas las conservamos durante porciones variables
de la vida de los individuos, a veces trasmitidas voluntariamente,
o recuperadas y movilizadas según esta propiedad que
anteriormente no había sido resaltada.
¿Conclusión?
Este rápido panorama que, precisémoslo de antemano, habrá
dejado a un lado las prácticas de producción
de entornos olfativos, aunque importantes, subraya el papel
de las expresiones verbales en el ejercicio de una estructuración
de las percepciones, cuando hasta la naturaleza y la orientación
de ésta no se manifiestan de entrada en el vocabulario.
Así pues, hemos remarcado que la presencia de un olor,
con más razón en el entorno íntimo del
espacio doméstico, será objeto de discusiones,
más o menos elaboradas, en donde el elemento olfativo
se tendrá en cuenta, polarizado emocionalmente, y unido
a una serie de experiencias a propósito de la cual
otros conocimientos están disponibles y son actualizables.
Por eso hemos resaltado la importancia de los procesos de
indiferencia en la producción de conocimientos olfativos,
movilizando estos recursos a priori ajenos a esta modalidad
sensorial.
Por otro lado, no debemos dejar de resaltar lo mucho que
estos mecanismos y las elaboraciones conceptuales y perceptivas
que éstos necesitan, revelan una gran variabilidad
interindividual. Sin embargo, no deduciremos que no pueda
existir una cultura olfativa. Disponemos de suficientes elementos
para poder afirmar lo contrario con seguridad, pero sí
que ésta cultura común apunta más a un
«vivir juntos» que a un «vivir igual».
Y por esta razón, estudiar el olfato humano resulta
un desafío fascinante para las ciencias sociales.
En un corto espacio de tiempo, esperamos afinar nuestro modelo, organizando
en una arquitectura más fina el tipo de conocimiento
olfativo movilizado/creado, las modalidades de su transmisión
(comunicación, acción sobre el entorno, etc.)
y la naturaleza de las relaciones sociales entre comunicantes.
Podemos de ahora en adelante resaltar algunos de estos canales
preferenciales de la transmisión:
a) el entorno olfativo construido y aprehendido, situado
a menudo en el centro del proceso de producción de
conocimientos olfativos.
b) las relaciones madres-hijos (e hijas, con más razón que el
desfase normativo existente entre géneros) son un eje
privilegiado. Las relaciones con el padre parecen más
de tipo técnico y puntual. De él, guardaremos
un recuerdo de algunos olores característicos (a menudo
una actividad de bricolaje, jardinería, una pipa, etc.
o sea más puntuales) o de conocimientos precisos transmitidos
(aprender los olores de licores, por ejemplo). Igualmente,
en el ámbito normativo, las madres parecen más
activas.
c) los abuelos también intervienen puntualmente, pero nunca serán
evocados como fuentes de conocimiento explícitos. Son
más bien nuevos contextos ecológicos los que
son descubiertos y, a partir de ahí, se pueden construir
nuevas inferencias: a propósito de «olores de
viejos» y algunas actividades más. En contadas
ocasiones, algunas formas de conocimientos específicos
han sido evocadas (reconocer plantas por su nombre, hacer
licores caseros, etc.).
d) finalmente, los hermanos y hermanas son compañeros importantes. Como para las relaciones extra-familiares de la misma franja de edad, comparten muchos recursos, valores y referencias olfativas, básicamente por el juego, las discusiones estéticas, etc. En el estado actual de nuestros datos, planteamos la hipótesis de un papel esencial de éstos y de los parientes que a la vez refuerzan/suavizan lo que establecen los padres, pero también aportan material nuevo que llegará a iniciar una mecánica de transmisión inversa, es decir, el niño enseña a sus padres (por ejemplo algo de cocina, cosas domésticas, etc.). Acabaremos precisando que este doble proceso de transmisión vertical, en relación con los procesos horizontales, es a ciencia cierta una llave al mismo tiempo de la dimensión estática y dinámica de las culturas olfativas familiares.
Bibliografía:
Candau, J. y Jeanjean, A.: «Des odeurs
à ne pas regarder…»; Terrain 2006,
47: 51-68.
Howes, D.: Sensual relations. Engaging
the senses in culture and social theory. Ann Arbor, University
of Michigan Press 2003.
Ingold, T.: «Apprentissage»,
en Bonte, P. y Izard, M. (dir.): Dictionnaire de l’ethnologie
et de l’anthropologie. 2000, 764-6.
Trad. Esp: Diccionario de etnología y antropología.
Ed. AKAL, S.A.
Le Breton, D.: La saveur du monde. Une
anthropologie des sens. Paris, Métailié
2006.
Rautenberg, M.: La rupture patrimoniale,
Grenoble, A la croisée 2002.
Schaal, B.: «Les fonction de l’odorat
en société: le laboratoire et le terrain»,
en Le Breton, D.; Mechin, C. y Bianquis-Grasser, I. (dir.):
Anthropologie du sensoriel. Les sens dans tous les
sens. Paris, L’Harmattan 1998, 35-59.
Notas
1 «¿Cuánto
olfato debemos otorgarle a la antropología? Acerca
de la transmisión de un patrimonio olfativo (1ª
parte)», aparecido en la red el 30 de diciembre de 2005,
en la edición nº 48 de Percepnet.
2 A día de hoy, se han hecho casi cuarenta
entrevistas, reuniendo en la medida de lo posible individuos
emparentados (padres e hijos, hermanos y hermanas, abuelos
y nietos, cónyuges).
3En alguna ocasión, este corpus contiene
también novelas extranjeras traducidas al francés.
El conjunto se sitúa, en general, entre finales del
s. XIX y la primera mitad del s. XX. 400 obras han sido tratadas
a día de hoy, el doble están en proceso. Cabe
destacar que la constitución de este corpus,
además del respeto por la lengua francesa, es un tributo
a su numeración, etapa previa necesaria a la continuación
de este trabajo, y por la cual dependemos de la buena voluntad
de instituciones de la red. Sobre la validez ecológica
de este tipo de datos, estamos preparando un artículo
más completo. Nuestra argumentación se basa
en la noción de pertinencia. Los acontecimientos
olfativos descritos, aunque imaginados, son aceptados como
tal por el lector debido a su fidelidad potencial a la realidad
(en base a estos conocimientos, del tipo que sean, de esta
realidad). Los casos de disonancia también son interesantes,
ya que, del mismo modo, hacen referencia a una definición
previa de la realidad.
4Se han transcrito más de 900 discusiones. Nuestro punto
de partida de investigación son los términos
«olor» y «perfume», ya que son mayormente
los más corrientes y accesibles al análisis.
Sobre esta base, recogemos el conjunto de sucesos evocados
que hacen referencia a las percepciones olfativas, sus causas
y sus consecuencias.
5Por transmisión horizontal
entendemos las modalidades de transferencia de conocimientos
entre individuos de la misma generación. Se opone a
la noción de transmisión vertical, intergeneracional
y que implica solamente a individuos emparentados.
6«Aunque los adultos encargados de enseñar a los
jóvenes puedan imaginarse que la educación consiste
en una transmisión de saber y de valores de quienes
saben más hacia los que saben menos, queda la base
de conocimiento de una cultura que ha experimentado una regeneración
continua en el seno de los contextos de aprendizaje»
(Ingold 2000: 765)
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