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THE EDITORIAL SECTION PROVIDES MONTHLY COMMENTS AND REFLECTIONS ABOUT SENSORY SCIENCES BY PERCEPNET EDITORS AND CONTRIBUTORS

¿Percibir la información?
[Perceiving information?]
Percibimos la materia a través de sus propiedades, también la energía. Pero, ¿cuáles son las propiedades de la información que la hacen perceptible?

Franklin M. Harold escribe en su The vital force: A Study of Bioenergetics, de 1986: «En general, el contenido informacional de un suceso simple es:
I = log2 (1/p)
Donde p es la probabilidad de que el suceso ocurra. Cuanto mayor es el número de posibles opciones, mayor es el contenido informacional de los símbolos particulares que constituyen el mensaje. Si el efecto deseado es probable que se produzca, el mensaje tiene escaso valor. Información, como término usado por los teóricos informacionales, corresponde a la sorpresa, a lo inesperado, a lo improbable. Su equivalente biológico es la percepción sensorial».

Sin entrar, en principio, a analizar tal afirmación, la pregunta inicial, aunque lícita, aparece mal formulada. Lo que percibiríamos de la materia y la energía no son sus propiedades esperadas (conocidas por la experiencia), sino las variaciones inesperadas, los valores improbables. No resulta especialmente aventurado afirmar, a partir de aquí, que nuestros sentidos captan aquello que tiende a la variabilidad, a la diferencia. Aquello que posee, por tanto, alguna carga informacional.

La información no tiene, desde ese punto de vista, propiedades perceptibles. Cualquier mensaje que circule por las vías sensoriales no transporta más contenido que la noticia de una perturbación, con los matices sensoriales accesorios que producen las contaminaciones atribuibles al órgano que capta el mensaje: sería su única magnitud perceptible. Aunque tales contaminaciones acaben siendo las responsables de cada particular forma de comprender el mundo.

Estamos inmersos en un entorno poblado de información, de improbabilidad estadística, tal como nos anuncian los principios de la termodinámica. Y queda claro que es imprescindible para la vida: si no hay percepción, no existe la anticipación que permite la supervivencia. Si nuestros sentidos estuviesen sumergidos en una matriz de propiedades constantes o lineales, no percibiríamos, y seríamos víctimas del silencio (aunque fuese monocorde), de la ceguera (aunque fuese monocromática), de la insipidez (aunque fuese monogustativa). Un panorama de oscuridad informacional que equivale al equilibrio estable y, por tanto, a la muerte.


 

[+EDITORIAL]
15/05/03
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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