
|
THE EDITORIAL SECTION PROVIDES MONTHLY COMMENTS AND REFLECTIONS
ABOUT SENSORY SCIENCES BY PERCEPNET EDITORS AND CONTRIBUTORS
|
Oportunidades energéticas y complejidades informacionales
|
[Energetic opportunities and informational complexities]
|
Aquello que detectan los
sentidos y que hemos identificado como variaciones de las propiedades físicas
y químicas del entorno (*) son, desde el punto de vista propuesto,
desplazamientos del equilibrio de los valores de aquellas propiedades,
entendido el equilibrio en el sentido termodinámico del concepto. Y la
termodinámica nos orienta hacia la posible razón del éxito
de tal funcionamiento sensorial en los seres vivos. Como se desprende del segundo principio,
sólo en los desequilibrios hay oportunidad de extraer energía, de obtener
beneficio en forma de trabajo. Un componente indispensable para mantener la
vida.
Así, la percepción
aparece como un mecanismo desarrollado, en principio, para identificar
sistemas de obtención de energía, con las restricciones correspondientes, a fin
de aumentar su eficacia. Sin embargo, un flujo constante y multicanal de tal
información (como el que nos proporciona el entorno a través de cada uno de
nuestros sentidos) puede propiciar sistemas de gran complejidad que estimulen,
a su vez, mecanismos cerebrales capaces de generar sistemas de obtención de
energía, abriendo nuevas expectativas informacionales que nacen del tratamiento
de la información por parte del cerebro. En tanto que este fenómeno se
retroalimente escapará del mero mecanismo de obtención de energía del medio (ya
que cualquier sistema vivo es un sistema termodinámico), para alimentar los
mecanismos de su propia perpetuación.
Cabe plantearse si
utilizar así la información sensorial para incrementar el grado de complejidad
de nuestra organización es aprovechar el impulso del hambre para crear un «Gran
Reserva». Todo parece indicar que la respuesta es afirmativa. Pero, en
cualquier caso, el análisis de esa complejidad mediante parámetros no ligados a
la subsistencia nos llevará a un proceso de identificación de las expectativas
de extraer energía que el entorno nos ofrece. Unas expectativas que algunos
especialistas cuantifican como innumerables.
La complejidad del
mensaje así elaborado puede llegar a plantear una intencionalidad casi
irreconocible, capaz de excitar (informacionalmente) más por la estructura que
por el contenido. Si la excitación es proporcional a la improbabilidad del
mensaje, ¿que hay de extraño en que algunos organismos se empeñen en obligar al
entorno a que emita repetidamente tales mensajes? Con este planteamiento, el
desarrollo en los seres vivos de capacidades para modificar el entorno con el
fin de provocar aquellas señales (en clave de desequilibrios) que desea
percibir aparece, más que como una hipótesis, como una condición evolutiva. El
entorno que percibimos sería en tal caso, más que un paisaje preexistente, una
consecuencia vital.
(*) «¿Percibir la información?», Editorial, Percepnet,
mayo 03.
|
|