Es cosa de sobra sabida que los olores del entorno condicionan nuestro estado de ánimo. Sorprende, sin embargo, que hasta ahora no se hubieran hecho estudios serios de cómo modulan nuestra actitud al volante. Y, sin embargo, su influencia aparece clara y determinante, a opinión de quienes firman uno de los primeros artículos al respecto, con sello de la Universidad Jesuita de Wheeling en West Virginia (Estados Unidos). Raudenbush, profesor de psicología de esta institución, entiende que el olor a fresa o a pino reduce la agresividad al volante, y la canela y la hierbabuena aumentan la concentración, todo ello comparado con la ausencia de olor. Otras fuentes (Fundación del Real Automóvil Club de Gran Bretaña) afirman que el aroma a café o a limón también son buenos para evitar las distracciones.
Del estudio de la citada fundación se desprenden una lista de olores «no deseables para el ánimo del conductor», llegándose a afirmar que los olores de camomila, jazmín y lavanda son incluso peligrosos, ya que relajan en exceso y pueden inducir al conductor a dormirse al volante. Y, no menos importantes, una relación de olores que pueden dificultar la venta de nuestro vehículo a otro conductor.
Estos resultados se relacionan con observaciones previas realizadas en el mundo de la astronáutica, según las cuales los olores o la ausencia de éstos en una nave espacial pueden asociarse a un aumento de la irascibilidad de la tripulación.
Ante todo ello tal vez las empresas que fabrican ambientadores para los automóviles deberían replantearse su oferta. Muchos de sus productos, con aroma a lavanda, son efectivos contra los malos olores, pero pueden ser desaconsejables para el ánimo del conductor. Y, al parecer, hay que desconfiar de uno de los olores que más nos suele agradar: el olor de pan recién horneado, ya que induce a la agresividad por estimular el apetito.
Tal vez, en unos años, veremos coches con dispositivos capaces de detectar el estado de ánimo del conductor y de programar la emisión de los estímulos olfativos necesarios para modularlo en beneficio de su seguridad. ¿Tomarán nota de ello las compañías aseguradoras? ¿Existirán bonificaciones para quienes dispongan de un entorno que favorezca la concentración y la conducción tranquila?
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