El olor corporal es percibido de un modo diferente por cada persona. Para algunas podremos pasar desapercibidos, para otras desprender un olor que resulta incluso agradable, y para otras, este será nauseabundo. Esto se debe a que cada uno de nosotros presentamos una percepción distinta de una de las principales feromonas que se encuentran en el sudor, la androstenona.

Un único gen podría ser el responsable de que el mismo olor afecte de un modo distinto a cada persona y tengamos una percepción diferente, así lo ha descrito un grupo de científicos estadounidenses pertenecientes a las universidades de Duke y Rockefeller, en la edición digital de Nature. El comportamiento frente a un mismo aroma se relaciona con el OR7D4, un receptor oloroso que, dependiendo de la variación genética que presente, se encontrará asociado a una u otra de las sensaciones descritas.

En la investigación se tomaron los datos de 391 participantes que debían realizar una «cata» de 66 componentes aromáticos a concentraciones distintas. Los resultados obtenidos se combinaron con los datos genéticos de 335 receptores moleculares conocidos y su respuesta a las concentraciones mencionadas. Se realizó un cuestionario en el que los participantes debían indicar qué tipo de aroma percibían y la intensidad con la que lo hacían (agradable, inodoro,…).

Para completar el estudio se tomaron muestras de sangre de cada participante para obtener su DNA y secuenciar el gen responsable de codificar el receptor del OR7D4. Este fue el gen que mejor mostraba una correlación entre su variación genética y la sensibilidad a la hormona en cuestión. Aunque no se conoce muy bien cuál es la función de la androstenona en los humanos, diferentes estudios muestran que podría ser una señal química relacionada con la modificación de los niveles hormonales que intervienen en las relaciones de pareja.

Más información:

Keller, A. et al: «Genetic variation in a human odorant receptor alters odour perception», Nature 2007 (doi:10.1038/nature06162).