¿En qué parte del cerebro se almacenan los recuerdos a largo plazo? Ese interrogante lleva camino de ser respondido gracias a las pistas que se desprenden de una investigación en la que se ha conseguido, por primera vez, conectar la corteza sensorial con un recuerdo remoto, asociando también olor, imágenes y sonido al estímulo de un choque eléctrico. Nuestro cerebro está preparado y funciona para cambiar en continuo, y por ello el almacenamiento de memoria (y, en especial, la emocional) es una de las preocupaciones de la ciencia actual.
En el estudio llevado a cabo por científicos del Instituto Nacional de Neurociencia, en Turín (Italia), se ha trabajado con ratones entrenados para que asociaran sonidos, olores e imágenes a choques eléctricos; transcurrido un mes, a algunos de esos ratones se les dañó la corteza sensorial secundaria, es decir, las áreas cerebrales que afectan a tres sentidos (áreas auditiva, visual y olfativa). Los animales perdieron los recuerdos relacionados con el sentido dañado, ya que no respondían a sus pistas ante sonidos, olores o imágenes que habían aprendido a temer previamente.
La investigación, que fue publicada en Science hace unos meses, revela que la parte del cerebro responsable de nuestros sentidos también participa en la función de guardar memoria emocional. Y hasta ahora no se habían considerado como tan cruciales las regiones sensoriales del cerebro, según afirma Benedetto Sacchetti, investigador de este proyecto.
Sonidos y acceso a la memoria
Los sensores del cerebro están divididos en dos partes (primaria y secundaria) y reciben e interpretan señales de nuestros ojos, nariz, orejas, boca y piel. La corteza secundaria es responsable del procesamiento de informaciones más complejas sobre un estímulo, como la distinción entre los diversos tonos musicales.
Así, en la experimentación mencionada y tal como hemos dicho, se entrenaron ratones para asociar un sonido a un choque eléctrico. Los animales entrenados se congelaban al oír el sonido. Un mes después, los investigadores crearon lesiones en la parte secundaria de los cerebros de algunos ratones para interrumpir la comunicación con esta región, responsable de procesar el sonido. Los ratones con la lesión inducida se congelaban con menos frecuencia que aquellos sin lesiones, indicando que los lesionados tenían dificultad en acceder a la memoria del miedo.
Estos resultados sugieren que la información sensorial (un sonido en particular) está asociado a la información emocional (en este caso, la memoria del miedo) y ambos son almacenadas como un único paquete. Eso permite que el sonido adquiera un significado emocional.
Los investigadores corroboraron los mismos resultados en ratones con lesiones en la parte del cerebro responsable de interpretar capacidad visual y olores. En estos ensayos, los ratones habían sido entrenados para temer a las luces y al olor de vinagre. Pero, curiosamente, los ratones con lesiones siempre fueron capaces de formar nuevas memorias de miedo, sugiriendo que esa parte del cerebro influye en el almacenamiento pero no en la creación de las memorias emocionales.
Serán necesarias más investigaciones para determinar si tales resultados se pueden aplicar a los seres humanos; se abre, por tanto, una importante línea de estudio.
Sacco T., Sacchetti B. Role of secondary sensory cortices in emotional memory storage and retrieval in rats. Science 2010; 329 (August 6): 649. doi: 10.1126/science.1183165.
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