Hasta ahora creíamos saber dónde se generaban los sonidos y cómo influían en nuestra percepción del entorno, incluso de su sorprendente relación con el espacio. Pero tras las intervenciones en el
workshop sobre los abordajes no triviales de la percepción auditiva
, celebrado el pasado 2 de diciembre y coorganizado por
SECS
y la compañía GAES, los asistentes, incluidos los ponentes, tuvimos el convencimiento de que los sonidos eran mucho más que lo que llega a nuestros oídos, y que se entrecruzan con todas las percepciones hasta evolucionar con la realidad de manera autónoma, independiente.
¿Cómo sucede? No lo sabemos. El sistema sensorial humano se ha vuelto exquisitamente dependiente de las contribuciones sónicas. Y a pesar de ello nosotros, sus propietarios, mostramos un notable desinterés por conocer las bases del funcionamiento de la percepción auditiva y cómo influyen en el conjunto de las percepciones sensoriales.
Con voluntad de contribuir a corregir esa tendencia, el jueves 2 de diciembre de 2010 se celebró el workshop «Percepción auditiva, abordajes no triviales».
Organizado por la Sociedad Española de Ciencias Sensoriales y con la colaboración de GAES, reunió a un conjunto de expertos en distintas disciplinas cuya transversalidad solo tenía en común considerar la percepción auditiva como un factor trascendente en su territorio de actuación. Ni más ni menos.
Que un investigador de los mecanismos fisiológicos y neurológicos de los órganos de la audición considere esta función importante y llena de futuro parece evidente, y así lo argumentó el físico y audiólogo López-Poveda durante su intervención en el workshop. Pero que un gastrónomo de referencia como Pep Palau argumente que el entorno auditivo es determinante a la hora de realizar un plato y también de percibirlo por parte del comensal, ya resulta más sorprendente.
La dependencia entre lo gastronómico y lo auditivo quedó definitivamente fijada con la demostración que realizaron el enólogo y elaborador Jaume Gramona y Josep de Haro, otorrinolaringólogo especializado en disfunciones sensoriales. Los asistentes que se prestaron a ello ratificaron que la percepción del perfil sensorial de un cava se altera de manera nítida según la música que invada al degustador, con una clara depresión de la percepción del sabor dulce en la medida que la música se vuelve agresiva y repetitiva.
Que nuestra percepción de ruido y silencio está muy lejos de ser objetiva lo puso de relieve Michel André, director del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Catalunya, que mostró, mediante un sistema de monitorización de los océanos planetarios (que consultó en directo, vía internet), que el medio marino está altamente contaminado acústicamente, lo que resulta en especial pernicioso para los mamíferos marinos que se comunican casi exclusivamente por vía sónica.
La última intervención del workshop fue especialmente interesante y concentró la atención de los asistentes. Corrió a cargo de Neil Harbisson, un joven artista audiovisual aquejado de acromatopsia, una rara enfermedad que no permite percibir los colores a quien la padece, de forma que todo se visualiza en tonalidades de grises.
La inquietud de Harbisson lo ha llevado a colaborar en el desarrollo de una interficie microelectrónica, que lleva incorporada a su persona, y que le permite percibir como sonido las frecuencias cromáticas de su entorno visual: resultó impactante y científicamente reveladora su afirmación de que el color rojo, bajado 90 octavas suena la. Su capacidad de transducción entre color y sonido abre una serie de posibilidades protésicas y de realidad aumentada que quedaron puestas en evidencia tras su intervención, pero que, por encima de todo, la confirmación de que la percepción sensorial es un universo en el que solo hemos explorado los primeros pasos.
La transversalidad de conocimientos, el debate de técnicas, el intercambio de experiencias, con la convicción de que nadie era experto en aquel entorno, fue la conclusión del encuentro que, a la luz del resultado, tendrá una segunda edición. El director general de GAES, Antoni Gassó, y el presidente de SECS, Jaume Estruch, tras felicitarse por el éxito de la iniciativa, pusieron de manifiesto la necesidad de ir más allá, de favorecer la investigación, la innovación y el desarrollo de nuevas técnicas en el plano sensorial, especialmente auditivo, para avanzar en el conocimiento y en la calidad de vida a los que todo ser humano aspira.
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